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Opinion sobre las opiniones

5 enero, 2010

A veces, me parece inmensamente pedante escribir ensayos. Es como si pensara que tengo algo que decir que deba ser escuchado, que ha de salvar al mundo. No malentienda esto, señor lector, no tengo una falta garrafal de autoestima, se llama realismo. Primero he de leer mucho, leer a los que han ya leído y han forjado una opinión antes de venir yo a escribir la mía.

Leyó bien, si señor. Tengo una opinión. Pero la hablo, la discuto, la transformo oralmente. ¿Escribirla? Sería condenarla a estarse quieta, sería dar el tema por concluido. Y aún no. Por eso, prefiero escribir historias. En ellas dejo que mis personajes imperfectos (porque son humanos) sean mis pensamientos, que ellos los lleven y que en ellos crezcan. Que ellos sean las miles de opiniones y contra-opiniones que yo no puedo ser, pero que tengo.

Porque soy muchas opiniones, unas que se contradicen, otras que no tienen nada que ver la una con la otra, todas cambiantes constantemente. Si me pregunta qué opino respecto a algo puede que le responda algo distinto a lo que le hubiera dicho hace par de meses o a lo que le diría mañana. Y no es hipocresía, es que aún aprendo. Espero no dejar de aprender, lo admito. Me permito ser muchas, cambiar constantemente, dejar que los factores me afecten y me eduquen.

Aún soy un dado que lanzo y revela diferentes caras, que dependen del juego, de la hora, del compañero. No me gustan todas mis caras (hay algunas con residuos de ese acné adolescente), pero todas son mías, señor lector.

Aún así, que júzgueme por mis opiniones. Pero también juzgue por como éstas cambian, para bien espero, por cómo crecen, por cómo maduran. Creo que las opiniones finales serán las más ambiguas y las sólidas del inicio, bueno, ojalá haga de ellas un buen cuento.

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